A pesar de que disponemos de los más sofisticados instrumentos para la comunicación, seguimos comprobando que el aislamiento y la soledad se manifiestan en nuestra sociedad de manera constante, con sus desgarradores efectos de sufrimiento y dolor.
Para muchos seres humanos resulta difícil y complicado relacionarse con los demás, de tal manera que resulta más fácil soportar situaciones extremas que las tensiones que produce la convivencia con los otros, tal como se encargan de hacernos creer no pocos programas de televisión.
Sin embargo, las relaciones humanas se encuentran en la base de nuestra realidad de manera fundamental. Por algo Platón, que era un gran sabio, dio a sus obras filosóficas la forma de diálogos, para mostrarnos cuál es la vía esencial para acceder al conocimiento. Llegar a ser filósofo, que es una aspiración que nosotros proponemos, requiere el ejercicio del arte del diálogo, como medio principal que nos permita acercarnos al viejo ideal de fraternidad universal que unifique a la humanidad más allá de las diferencias de matices y haga realidad el sueño de la paz. De alguna manera, ser filósofo significa aprender a dialogar, partiendo del conocimiento de uno mismo y abriéndose humilde y generosamente a los otros.
El arte del diálogo requiere de nosotros no solo que tengamos algo que decir y lo hagamos con claridad, sino también que sepamos guardar silencio y escuchar, que son las dos condiciones aparentemente opuestas que se armonizan en la civilizada transmisión de pensamientos y emociones, que es la base de la comunicación humana.
Como en tantos otros aspectos, reconozcamos las facilidades que nos ofrece Internet para practicar este arte y hagamos de nuestro diálogo un camino para el conocimiento y la paz.